En las costas del Perú nace el sonido ancestral del cajón. Este instrumento maravilloso de graves y agudos que don Nicomedes Santa Cruz calificó como: Su majestad...., logró desarrollarse y alcanzar su máximo esplendor en tierra peruana.
Sería imposible precisar el año exacto en que fue creado el cajón en el Perú, lo que sí podría aseverarse es que en 1900 la existencia de este instrumento ya era una realidad. Así lo manifiesta José Antonio del Busto en su libro Breve historia de los negros del Perú, en el que señala que el cajón peruano reemplazó a los tambores de pie que trajeron los africanos al ser prohibidos por los españoles.
Este cambio fue posible en la segunda mitad del siglo XIX, gracias al ingenio de los negros peruanos que crearon el cajón para sus jaranas.
Según el historiador, la evolución de este instrumento fue lenta, callejonera, agazapada, en extramuros. Aunque Del Busto niega la presencia del cajón antes de 1850, Manuel Atanasio Fuentes en su libro Lima: apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, señala que en ese año ya existía .una especie de tambor hecho regularmente de, cajas, tablas y que tenía uno de sus lados desclavados para que el golpe del cajoneador sea más sonoro. Podría ejecutarse este instrumento con las manos o dos pedazos de caña.
Así mismo, algunos cronistas que han escrito acerca de la música peruana en tiempos de La Fiesta de Amancaes, aseguran que antes de 1850 ya existían algunos instrumentos ingeniosos de percusión que servían de acompañamiento, tal es el caso de las calabazas, los tambores y los tamboretes. Estos últimos eran pedazos de madera cepillada sobre cuatro soportes y fabricado de troncos de árboles huecos y cortados de diferentes alturas, Se pulían y cubrían en uno y otro extremo, con piel de animales. Este instrumento podría considerarse como uno de los antecesores de nuestro cajón. A esta hipótesis, se suma la del investigador argentino Carlos Castro, quien expresa: Los africanos en el Perú durante los siglos XVIII y XIX, especialmente los de la costa del Pacífico, usaban también para sus fiestas de tambor, los cajones de fruta y de otros alimentos que encontraban en desuso en los puertos, principalmente en el del Callao. Los cajones fueron eso, simplemente cajas de embalaje.
Este cambio fue posible en la segunda mitad del siglo XIX, gracias al ingenio de los negros peruanos que crearon el cajón para sus jaranas.
Según el historiador, la evolución de este instrumento fue lenta, callejonera, agazapada, en extramuros. Aunque Del Busto niega la presencia del cajón antes de 1850, Manuel Atanasio Fuentes en su libro Lima: apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres, señala que en ese año ya existía .una especie de tambor hecho regularmente de, cajas, tablas y que tenía uno de sus lados desclavados para que el golpe del cajoneador sea más sonoro. Podría ejecutarse este instrumento con las manos o dos pedazos de caña.
Así mismo, algunos cronistas que han escrito acerca de la música peruana en tiempos de La Fiesta de Amancaes, aseguran que antes de 1850 ya existían algunos instrumentos ingeniosos de percusión que servían de acompañamiento, tal es el caso de las calabazas, los tambores y los tamboretes. Estos últimos eran pedazos de madera cepillada sobre cuatro soportes y fabricado de troncos de árboles huecos y cortados de diferentes alturas, Se pulían y cubrían en uno y otro extremo, con piel de animales. Este instrumento podría considerarse como uno de los antecesores de nuestro cajón. A esta hipótesis, se suma la del investigador argentino Carlos Castro, quien expresa: Los africanos en el Perú durante los siglos XVIII y XIX, especialmente los de la costa del Pacífico, usaban también para sus fiestas de tambor, los cajones de fruta y de otros alimentos que encontraban en desuso en los puertos, principalmente en el del Callao. Los cajones fueron eso, simplemente cajas de embalaje.
Sobre esta historia, Del Busto manifiesta: afirmar que este instrumento nace de cajas de embalaje, whisky o de kerosene, son simples especulaciones, que aún tienen que comprobarse. Lo cierto es que en 1950, el legendario Abelardo Vásquez estableció una medida estándar para este instrumento que hasta ese año era construido de diferentes formas y tamaños. Según María del Carmen Dongo la receta fue: 45 de alto, 35 de base y 20 de ancho.
También se habla de que los negros percutían sobre cajones de veladores y sillas para acompañar sus canciones y aliviar sus jornadas de esclavos. Lo real en este abanico de posibilidades, es que hablamos de madera y técnica auténticamente peruanas.
Sin embargo, recién en la década de los 70 se difunde ampliamente gracias al trabajo del legendario músico Abelardo Vásquez, del Conjunto Nacional de Folclore, dirigido por Victoria Santa Cruz, y la conocida agrupación Perú Negro, encabezado por el maestro Ronaldo Campos. Precisamente, en esta década es que el gran cajoneador Carlos "Caitro" Soto de la Colina le entrega al guitarrista español Paco de Lucía un cajón peruano, que al poco tiempo es incorporado en las diversas agrupaciones de flamenco para acompañar el taconeo demoledor de los bailaores. De esta manera, surge la controversia del verdadero origen del instrumento. No obstante esta confusión, el cajón peruano ha revolucionado el mundo musical, no sólo forma parte de las compañías de flamenco sino también de figuras populares como Madonna, Alejandro Sanz, Rosario, Joaquín Cortez, Mercedes Sosa, Martha Sánchez, los grupos Ketama y Estopa, entre otros, quienes han incorporado el cajón a sus espectáculos debido a su riqueza sonora.
Toda esta riqueza musical ha sido recogida por María del Carmen Dongo, una eximia percusionista peruana y principal defensora de este instrumento, en un espectáculo de percusión y danzas negras, en el que el cajón es el protagonista absoluto. En las manos de esta gran embajadora artística, el cajón cobra la dimensión de un instrumento vital, irremplazable, capaz de acoplarse a cualquier ritmo a pesar de que su origen nos remonta a la ancestral comunidad negra de las costas del Perú. Desde hace pocos años, María del Carmen Dongo trabaja en el rescate de este instrumento. Sus viajes alrededor del mundo con diversos artistas de la talla de la cantante peruana Tania Libertad o el cantautor mexicano Armando Manzanero, le permitieron descubrir ingratamente que el cajón circulaba con la nacionalidad española ¿Cómo revertir esta situación?, se preguntó la percusionista. La respuesta fue hallada sobre el escenario, a ritmo de cajón.
Toda esta riqueza musical ha sido recogida por María del Carmen Dongo, una eximia percusionista peruana y principal defensora de este instrumento, en un espectáculo de percusión y danzas negras, en el que el cajón es el protagonista absoluto. En las manos de esta gran embajadora artística, el cajón cobra la dimensión de un instrumento vital, irremplazable, capaz de acoplarse a cualquier ritmo a pesar de que su origen nos remonta a la ancestral comunidad negra de las costas del Perú. Desde hace pocos años, María del Carmen Dongo trabaja en el rescate de este instrumento. Sus viajes alrededor del mundo con diversos artistas de la talla de la cantante peruana Tania Libertad o el cantautor mexicano Armando Manzanero, le permitieron descubrir ingratamente que el cajón circulaba con la nacionalidad española ¿Cómo revertir esta situación?, se preguntó la percusionista. La respuesta fue hallada sobre el escenario, a ritmo de cajón.
Por fortuna, la labor de María del Carmen Dongo tuvo eco en el Perú. El Instituto Nacional de Cultura declaró al cajón como Patrimonio Cultural de la Nación, el 10 de agosto del 2001, desde entonces, el instrumento se vistió con los colores del Perú y de la nación latinoamericana.
Características Físicas del Cajón Peruano
El Cajón Peruano ha pasado, a lo largo de la historia, por varias transformaciones de dimensión, aunque ha conservado intacto el material de su elaboración: madera de grosor mediano y triplay delgado.
- Base: 30 cm.
- Altura: 50 cm.
- Profundidad: 30 cm.
La caja de resonancia está constituida por cinco lados:
- Base inferior que reposa en el piso,
- Dos Caras laterales
- Tapa posterior con un orificio central de 10 cm. para emitir la resonancia al percutir
- Base superior donde se sienta el percusionista.
Esta caja es fabricada en finas maderas peruanas, caoba o cedro en su mayoría y cada tapa tiene un espesor de 1/2 pulgada. Puede ser machihembrada o pegada y clavada para la unión de sus caras. Algunos constructores opinan que el machihembrado es mejor técnica de empalme y aumenta la vida útil del Cajón.
Finalmente la Tapa anterior es fabricada de triplay amazónico de 5 mm. de espesor y es en ella donde se lleva a cabo todo el trabajo de percusión. Esta última tapa es adherida a la caja de resonancia con pegamento y clavada en la base inferior y costados, aunque el borde superior solo lleva clavos.
Existen actualmente en el mercado algunos constructores que prefieren utilizar tornillos en el borde superior de la tapa anterior del Cajón, para que al soltarlos se facilite al percusionista el toque agudo, pero no dan buen resultado, ni en el sonido del cajón ni en el instrumentista. Es preferible mejorar la técnica de toque, para no hacerse daño en las manos y para lograr el volumen y la ecualización deseada.
Técnica para tocar el cajón
Aparentemente tocar el cajón puede resultar muy fácil o se pudiera pensar que no necesita de mayor conocimiento, estudio o técnica para percutirlo, pero, lo cierto es que encierra en su estructura un abanico de posibilidades y sonoridades que solo un diestro cajonero puede descubrir. Cada percusionista logra sus propias sonoridades por la intervención de sus propias manos y sus propias características físicas; pues las manos y sus formas de colocación en el instrumento, así como la fuerza aplicada va a hacer distinto y único cada toque… más aún considerando las sutilezas rítmicas de cada músico, la velocidad o la intensidad con que se ejecute cada sonido, afirma la musicóloga y compositora peruana Chalena Vázquez.
En suma, hay que conocer bien el cajón en su estructura y forma para arrancarle poco a poco sus sonidos.
El cajón requiere de mucha sensibilidad para buscar las zonas donde se puede encontrar, no sólo los sonidos, sino también sus matices.
La madera, elemento natural, interactúa con el hombre recibiendo nuestro estímulo y de acuerdo al tipo de madera usada, tiene diferentes resistencias y propiedades de absorción del sonido y de choque, brindando una respuesta única a cada estímulo. Esta respuesta se llama Rebote.
El cajón peruano posee dos sonidos bien distintos y algunas variaciones. En principio estos dos sonidos son: El grave y el agudo.
El sonido grave: se logra golpeando entre el centro del cajón y la parte de arriba (aunque el lugar donde mejor suena depende de cada cajón). Algunos golpean con la mano plana y otros lo hacen ahuecando la mano como el golpe de palma de las congas.
El sonido agudo: se logra golpeando en la parte superior de la madera frontal del cajón, donde ésta se une con la horizontal superior. Cada cajón suena distinto y tiene sus sonidos en diferentes lugares, dependiendo en el caso del sonido agudo de la forma en cómo y dónde está clavada la madera. El sonido se logra con la mano relajada, los dedos entreabiertos y golpeando con una leve inclinación de la mano para lograr que el dedo meñique sea el primero en golpear y el índice el último, con lo cual se consigue un sonido con apoyatura (flam) con una sola mano.
Consultas: www.musicaperuana.com/cajon/
Jireh Fernàndez Zavaleta ... Nº:11 5 "C"
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